miércoles, 24 de diciembre de 2008

Todo un ejemplo. Todo un campeón.


Nació en Lérida hace treinta y seis años y ya desde muy joven dejó claro que su vida iba a estar ligada al arriesgado mundo del motor. A los diez años una motocicleta se convirtió en una articulación imprescindible de su todavía frágil cuerpo. Se proclamó subcampeón de Enduro de Europa en 1995 y campeón de España en 1999. El éxito le embriagaba, al mismo tiempo que sus retos iban creciendo más y más.

Decidió aventurarse por el continente más exigente e impredecible de la Tierra, por los desiertos africanos. Desde entonces, la ciudad de Dakar no ha dejado de presidir sus labios ningún día. Era y es su sueño, su afrenta personal. No tiene miedo, pues esa palabra no aparece en su diccionario privado. Las diecinueve muertes con las que diecinueve soñadores pagaron a Thierry Sabine no le asustan, ni las anónimas víctimas colaterales que representa el pequeño guineano Boubakar Diallo. Respeto sí ofrece, pero miedo nunca.

Él es Isidre Esteve.

Un campeón que un día tropezó. Tropezó con una piedra mientras disputaba un rally por la imitadora, desérticamente hablando, Almería. La rueda trasera de la antaña articulación artificial le incrustó el asiento en su desnuda espalda. Se precipitó sobre la arena. No ha vuelto a andar, de momento. Se fracturó las vértebras T7 y T8, dependiendo de los designios de una silla de ruedas desde entonces.

Considero que debe ser sumamente complicado recuperarse anímicamente de tal tragedia, más si cabe en un activo deportista que se gana la vida con sus piernas. Debe ser durísimo plantar cara a tales adversidades. Acostumbrarte a una nueva vida, ser consciente de una determinada dependencia respecto de los demás, asimilar que existen ciertas actividades que ya no podrás hacer... En fin, un sinfín de cambios vitales que se deberán asumir como un desafío al destino.

Esteve es un gran ejemplo y un gran campeón. La superación personal que me ha demostrado tras el accidente en los medios de comunicación me sobrecogió. Una historia como la suya son las que te empujan a seguir adelante en los momentos más difíciles, pues, por encima de sufrimientos y problemas, este piloto ha demostrado ser una persona impresionante.

Jamás perdió la cabeza en su pugna con una interminable y estricta rehabilitación. Jamás perdió su batalla con la vida en la UCI. Jamás perdió su lucha por mantener la esperanza de volver a andar algún día. Jamás.

Otro hubiera abandonado, muchos no tienen tanta fortaleza mental, en búsqueda constante de la superación personal. Pero Isidre es especial, una de esas personas capaces de plantarle cara al destino.

Esta semana ha anunciado que regresará al Rally Dakar, carrera que se traslada a otro continente por motivos extradeportivos. Surcará Chile y Argentina con su nuevo coche adaptado, con la misma o mayor ilusión y entusiasmo que cuando volaba con su KTM. Una muestra más de que con esfuerzo y sacrificio, las metas se alcanzan.

El campeón ha logrado vencer a "la suerte de su destino". Enhorabuena, Isidre.